Moro em Lisboa
El lado izquierdo de mi rostro está impregnando las rocas; el derecho mezclado con la brisa y algunos rayos de sol; de mi boca sale sal, hierba, madera, moho y tierra; mis ojos cerrados están; y mi cuerpo entre el Tajo y el Mar. Pasos de cuerpos que ya no existen perturban mi quietud; multitud de colores húmedos rompen mis párpados y logro unir con nostalgia los pedazos de mi cuerpo.
Su cuerpo es denso, lento, azul-verde-oscuro; es frío, fuerte, suave, sabio, imponente, silencioso y certero; y así marcó la madera de barcas, las paredes de colores, las mentes que ya pasaron, las palabras en el papel, el Fado y las cuerdas, la ropa y la piel, mi piel. Le rodean historias, lágrimas, tristeza, miseria, romance, poemas y canciones; entrega cuerpos escamados, melancolía y esperanza, y a gritos anuncia su muerte perenne.
Y ahora camino entre mentes de roca, imágenes de harapos libres, escaleras que llevan al interior, y entre andenes que atraviesan con frío mis pies. Y desde la altura le entrego mi pensamiento, reclamándole el despojo de mi cuerpo, ahora lleno de sal, de aceite y de metal. Se confunde entre el rojo y el amarillo, entre los balcones y el humo del cigarrillo; siento que me quedo sin respiración, porque su espíritu humedece mis pulmones. Vivirá por siempre; infinito y desafiante, tragándose al río y a cada historia, como si no quisiera dejar nada tras su paso.
Les veo a juntos, unirse en la muerte de uno y en la extensión de la vida del otro. Y sigo dejando mis pensamientos en cada callejón, sumando a la colección de historias, barcas, mentes, pasos y colores de humedad. Me resigno y aparto; ahora leo las imágenes de reyes y esclavos, de vino y sangre, de sol oculto por la lluvia. Y logro unir con nostalgia los pedazos de mi cuerpo.
Su cuerpo es denso, lento, azul-verde-oscuro; es frío, fuerte, suave, sabio, imponente, silencioso y certero; y así marcó la madera de barcas, las paredes de colores, las mentes que ya pasaron, las palabras en el papel, el Fado y las cuerdas, la ropa y la piel, mi piel. Le rodean historias, lágrimas, tristeza, miseria, romance, poemas y canciones; entrega cuerpos escamados, melancolía y esperanza, y a gritos anuncia su muerte perenne.
Y ahora camino entre mentes de roca, imágenes de harapos libres, escaleras que llevan al interior, y entre andenes que atraviesan con frío mis pies. Y desde la altura le entrego mi pensamiento, reclamándole el despojo de mi cuerpo, ahora lleno de sal, de aceite y de metal. Se confunde entre el rojo y el amarillo, entre los balcones y el humo del cigarrillo; siento que me quedo sin respiración, porque su espíritu humedece mis pulmones. Vivirá por siempre; infinito y desafiante, tragándose al río y a cada historia, como si no quisiera dejar nada tras su paso.
Les veo a juntos, unirse en la muerte de uno y en la extensión de la vida del otro. Y sigo dejando mis pensamientos en cada callejón, sumando a la colección de historias, barcas, mentes, pasos y colores de humedad. Me resigno y aparto; ahora leo las imágenes de reyes y esclavos, de vino y sangre, de sol oculto por la lluvia. Y logro unir con nostalgia los pedazos de mi cuerpo.
Telgrama para un Gato
Siento de nuevo que tu presencia es más que estar presente. Tu cuerpo no solo es material; está en mi recuerdo, en el sabor de mi boca, en la sensación que necesitan mis manos, en el abrazo que estoy deseando.
Estoy feliz por suspirar por ti, por querer tomar café para recordarte, por escuchar canciones e imaginarte sonreír, por evocar imágenes de las primeras citas y querer más, por esperar ansiosamente tu llamada en unos instantes.
Estoy feliz por suspirar por ti, por querer tomar café para recordarte, por escuchar canciones e imaginarte sonreír, por evocar imágenes de las primeras citas y querer más, por esperar ansiosamente tu llamada en unos instantes.
Y siento tranquilidad, confianza, seguridad.