Aquí se abrazan y disocian, confluyen y fugan diversas formas de sentir, de soñar, de ver, de escribir y de no ser. Tanta contradicción y sabores. Tantos ingredientes solo pueden estar en un Cóctel.
06 de julio, Vuelo Bogotá - Madrid 07 y 08 de julio, Madrid (2 días) 09 de julio, Vuelo Madrid - Barcelona 09 al 13 de julio, Barcelona y Andorra (5 días) 14 de julio, Vuelo Barcelona - París 14 al 18 de julio, París (5 días) 19 de julio, París-Colonia (por tierra) 19 al 23 de julio, Colonia y alrededores (5 días) 24 de julio, Colonia-Hamburgo (por tierra) 24 de julio a 02 de agosto en Hamburgo (10 días) 03 de agosto en la mañana y por tierra, de Hamburgo a Berlín 03 y 04 de agosto en Berlín (2 días) 04 de agosto, Vuelo Berlín - Praga, 04, 05, 06 y 07 de agosto en Praga (3 días) 07 de agosto, Vuelo Praga - Berlín, 08 de agosto, Vuelo Berlín - Madrid, saliendo a las 14:20 y llegando a las 20:00 08 de agosto, noche en Madrid 09 de agosto, Madrid - Bogotá,
La tarde sonaba a serenata; los insectos y aves cruzaban sus voces y danzas sin descansar. Aún faltaba un par de horas para el anochecer. El intenso color naranja que el sol daba a los juncos y a las hojas de la Victoria Amazónica, daban un sabor a trópico al Pantanal; como si las plantas gozaran de especias y salsas como en la cocina de las tierras del carnaval.
Le vi correr; más bien brincar. Sus extremidades eran demasiado cortas y delgadas para su enorme cuerpo; ni siquiera podía nadar. Al otro lado del humedal estaban los demás, cantando y comiendo, despidiendo el sol y recibiendo la luna; esperando las estrellas y las luces de los insectos que luego serían su manjar.
Se echó al agua. Las elodeas se enredaban en su cuerpo y poco a poco se hundía en el frío del fondo del humedal. Pensó que ya no podría salir a la superficie; que se perdería del festín y de la caída de la tarde en su comunidad. El aire se agotaba en sus pulmones, las extremidades se entumecían, el cansancio era profundo y la distancia hasta la orilla era infinita.
Y una imagen de ella insistía en que siguiera, en que nadara a pesar del cansancio; sí, era ella. Y música de hojas golpeadas por gotas de lluvia sonó en su interior; fue como si la luz de la luna llena le mostrara el camino; era el recuerdo de su sonrisa que le incitó a continuar viviendo.
Al fin se agarró de una elodea que se enredaba en la superficie con una de las enormes hojas de la Victoria Amazónica. Quién pensaría que la soga que ataba su cuerpo a la muerte ahora le llevaba a la superficie; a su vuelta a la vida. Ahora su cuerpo descansaba en la superficie de la enorme hoja.
La tarde era rojiza y todo el Pantanal Matogrossense lucía sabor a pimienta y sonaba a tambor; la fiesta nocturna se acercaba. La ansiedad aumentaba. Las cientos de hojas sobre los cuales debía saltar a través de interminables metros de distancia y los ojos, nariz y lomo asomados de un yacaré le oscurecían la posibilidad de estar junto a ella una vez más.
Cantó con dolor, brincó de una hoja a otra agotando su fuerza y perdió la hidratación de su piel con las decenas de lágrimas que se precipitaron. La tarde era marrón y el frío aumentaba. Si caía al agua se volvería a hundir; si brincaba más, su cuerpo desfallecería; pero si no avanzaba, perdería la oportunidad de volverla a ver. Decidió brincar…
Su pierna era corta y no alcanzó el borde de la hoja. Su cuerpo se sumergió y a lo lejos divisó al feroz yacaré tomar camino como buscando la presa que acababa de caer en su territorio. Las elodeas se enrollaron en su cuello y el frío paralizaba sus intentos de salir. Las enormes fauces, con colmillos filosos y saliva espesa, fueron el último paisaje que divisó.
Pasaron varios minutos.
Era increíble; ¿estaba muerta?, ¿su cuerpo estaba destrozado?, ¿no la volvería a ver?... No; simplemente no. Estaba sobre el pasto de la otra orilla de su trayecto. Escuchaba más cerca el croar de sus hermanas y amigos, y a su costado estaba el yacaré sonriendo de manera serena, mostrando con recato su buena acción. Sus ojos se cerraron.
La conversación ha sido corta, pues el cansancio está presente; no por eso he perdido la necesidad de escucharte, no por eso dejo de imaginar tu rostro, no por eso han disminuido mis ganas de besarte interminablemente.
El teléfono está colgado y quedo con tu presencia, intentando calmar el frío en mi torso. Froto mi pecho, esperando evocar tu abrazo y recordando tu aliento. Anoche hablé con alguien de ti y hoy vuelvo a escribir para ti; las canciones aún me hablan y mi boca aún necesita de tu sabor.
Sigo aquí, reviviendo tus caricias y tu sonrisa; deseando la tranquilidad de abrazarte, la tranquilidad de pasar la tarde y de tomar un café. Quiero escucharte tu voz y que me narres historias al oído.
Sorprendente encuentro cultural entre las coloridas tortillas de elote centroamericano y el pan negro de la Rusia Blanca. No es fácil dejar los sabores, retener por siempre los aromas, que permanezcan los colores, recordar las huellas, dejar los abrazos y retener las viejas palabras; mucho menos encontrar una nueva cultura.
Siempre con los brazos abiertos para nuevos abrazos, pero con los puños bien cerrados para retener las marcas de la tierra de donde provienes. Que tus oídos aprendan nuevos tonos, pero que en tu mente retumben las historias de tus antepasados. Aprende nuevas recetas y nuevos postres, pero que tu paladar no olvide el sabor de los buñuelos dulces, ni del atole de elote caliente. Permite que tus ojos acaricien nuevos paisajes, sin que tu retina olvide ni por el más mínimo instante la necesidad de volver a recorrer el campo centroamericano y el colorido de los tejidos mayas. Ve sin irte.
Desde Suramérica te escribo, esperando volver a tu tierra, esperando que me leas desde tu nueva tierra, soñando con visitar esa nueva cultura que encuentras y esperando seguir siendo tu amigo parlador en español que ama la cerveza y los cigarrillos mentolados.
Con esta entrada me da el gusto de dar la bienvenida a mi amiga Diana, ahora desde su nuevo hogar en Bielorrusia
PD: expreso mi sentimiento de pesar y acompañamiento para los hermanos que han sido víctimas de la tormenta tropical Agatha en Guatemala
La mañana estuvo llena de sonrisas, de juegos, de bocadillos, de luces y narraciones. Las cosas eran divertidas y hasta llenas de ingenuidad; como niños que escribían una historia cada día, con sus lápices de colores.
Llegó la tarde y los niños sufrieron metamorfosis; sus pieles se convirtieron en escamas, pétalos, plumas, trazos de tinta y versos con sabor a café, vino y tango. Se fueron. Viajaron al lugar que no se esperaba este corto cuento:
Una de ellos se convirtió en rosa, una de pétalos tímidos, pero coloridos. El roció a veces inundaba sus ojos, pero las mariposas llevaban caricias que le reconfortaban. Otro decidió, sin saberlo, que se convertiría en una caricatura, que con su alegría se pasaría por las páginas de libros, habitaría maquetas, pintaría a otros dibujos y construiría edificios de papel y madera. La otra tomó las alas y los colores del quetzal; ahora vuela visitando mundos, escribiendo en las memorias de las personas y hablando mil lenguas.
Yo estoy aquí, con escamas de metal, piernas de madera, cristal y sal; con la espina dorsal como capa y con varios tesoros en los bolsillos; pero bueno, esa es otra historia que contar.
Un saludo especial para mis amigos Rosa, Dark y Diana.
Estaba allí en la pequeña isla, mirando el agua muy atento y meditabundo; como si nada le preocupase. Yo no se si esperaba ver peces o si estaba mirando las ondas formadas por el viento… tenía la actitud de querer agarrar algo de manera sorpresiva. Esa fue la última vez que lo vi; y hasta ahora no comprendo por qué, ni cómo llegó hasta allí.
La historia comenzó hace un mes, cuando tras varias noches soñé que mi cuerpo estaba cubierto de pelo; tenía orejas y cola: era un gato. Pero cuando en el sueño pasaba por el edificio de cristal que queda en la esquina, veía todo, menos mi rostro. Despertaba aterrado y extrañado cada mañana, y cuando salía, él estaba allí, con su cola enrollada y durmiendo a la sombre del árbol en mi jardín. Una de aquellas ocasiones me rodeó los pies, hasta casi hacerme caer.
¡Bueno!, debo irme ya; tengo hambre, este sol me produce dolor en los ojos y tengo la espalda llena de nudos. Debo estirarme. Hasta pronto.
Ummmhhhh, mi espalda. Debo apresurarme a conseguir comida…
¡Un pececito!
¡Un pececito quería saltar!
¡Mi panza y mi boca!
¡Mi panza y mi boca!
¡Juntas te quieren atrapar!
¡La, lala, lala, lala, la, ahhhahhh!
¡Un pececito!
¡Un pececito quería saltar!
¡Oh gatito!, ven pequeño. Te estaba buscando hace días… michi, michi, michi… Pues esta vez no te escaparás; iré por ti… Mmmm, ¡ya sé!, si corro tomando bastante impulso quizá podré saltar hasta donde está el minino… uuuuaaaahhhhh.
¡Oh!, ¡oh!, ¡oooohhhhh!, ¿qué sicedió?, ¿dónde estás michín?, ¿te aplasté al saltar?... pero ¿cómo pudo desaparecer?...
¡Aaaaahhhh!, ¿qué me pasa?, ¿aún estoy soñando?... mis brazos, ¡mis brazos y mis piernas!... tengo pelo; parezco un… ¿mi rostro?... miraré en el agua… hhhmmmm
… ¿Qué soy?... ¿este es mi rostro?...mmmm…
Y ese hombre que pasa, ¿por qué se ha quedado mirándome?; ¡tal vez lo siga hasta su casa!
Taking Chances es uno de los álbumes que más me gustan de Celine Dion. Considero que no hay canción mala. De entre estas canciones con mensajes profundos y cantadas por dicho prodigio de voz, elegí dos que comunican parte de lo que siento y pienso. Estas son para mi Gato:
Besos de chocolate blanco bajo las estrellas, paseos a caballo muchachos con las guitarras Si realmente quieres llegar hasta mí no tienes que esforzarte tanto
Dame una razón para bailar en la oscuridad permanece ahí para tomarme y me desmoronaré
Si quieres saber cómo llegar a mí sigue el mapa de mi corazón
Lloro sin ninguna razón Sonrío en momentos difíciles
No hay ningún manual que explique a donde voy muéstrame el camino muéstrame el camino
Besos de chocolate blanco bajo las estrellas, paseos a caballo muchachos con las guitarras Si realmente quieres llegar hasta mí no tienes que esforzarte tanto
Lo hiciste como si hablaras de nuevo rasgas esas cuerdas como un ángel de amor ¿has visto que no me puedo concentrar en nada? ¿Qué me puedes hacer salir de mí mismo? a veces es duro decirlo ni yo mismo me conozco pero tú lo haces sí, tú lo haces
Oh, cariño
No preguntes por la dirección estoy cansado de explicarlo no hay ningún libro que puedas leer que te aclare qué estoy diciendo muéstrame el camino muéstrame el camino
Dame una razón para bailar en la oscuridad permanece ahí para tomarme y me romperé en pedazos Si quieres saber cómo llegar a mí tan solo sigue el mapa de mi corazón
No puedo vivir No puedo vivir sin tu amor por un beso bien daría lo que fuere no hay palabras para describir lo que siento profundamente por lo que dejaré que esta canción lo diga todo
Por lo que espero que comprendas una vez que hayas escuchado hasta el final
Escuchado la música en mi cabeza por lo que antes que pueda olvidarlo
Empiezo a cantar Yeah, estoy cantando Esta canción para tí
Sólo inventa las palabras la la la ohhh ohhh yeah mi corazón con una melodía
Es así. Por cuarta vez sucede el 05 de enero, fecha en la que el primer beso dio pie a esta historia.
Y muchas cosas han sucedido y otras cambiado. Ahora podemos decir que estamos más juntos, que tenemos amigos, que tenemos más y más memorias, que tenemos unos cuantos cientos de fotografías, que hemos compartido nuevos espacios, que conversamos de más cosas, que nos hemos equivocado en ocasiones, que hemos discutido, que a ambos nos gustan los Simpsons (aunque me digas que no), y que de vez en cuando empatizas con mi mascota (aunque digas que no).
Aún quiero abrazarte en las noches, y aún despierto con tu imagen en las mañanas. Los besos repentinos en la mitad de la neche siguen siendo unos de mis favoritos, y dormir juntos hasta muy tarde sigue siendo mi mejor plan de domingo. Tus besos, el chocolate, la cerveza y ver caricaturas a tu lado alimentan mi felicidad; estos momentos son de mis predilectos… sonrío por esto último que acabo de escribir.
Quiero que el camino sea largo y nuevo en cada tramo. Existen muchos lugares que conocer, muchas historias esperando a ser escritas, miles y miles de fotografías dispuestas para nosotros, cientos de marcas de cerveza por probar, así como varios amigos por conocer.
Recojo imágenes y momentos… puedo reír por muchos y suspirar por otros tantos. Aún me quedan muchas risas y muchos suspiros. Quiero que sean tuyos, sin condición y con naturaleza; así como tus besos de los que no puedo desprender.
Hoy me siento bien y, aunque no tengo todo en mis manos, se que se peude soñar y construir más. Quiero que sigamos tomados de la mano.
El 17 de Noviembre de 2009, nuestra amiga Rosita ha derrochado en sensibilidad y nos dedicó un escrito (publicado en su blog Cumbres Borrascosas) que refleja mucho de lo que se siente de este lado.... sí, Rosita ha sido capaz de leer mucho de lo que siento y lo plasmó en lo que les presento a continuación:
Balada para un Sueño
La semana empieza y con ella mis ansias han de dormir hasta que llegue su muerte y empiece mi vida. Deshojar los días hundido en el trabajo para distraer las horas y no pensar tanto en ti. Felizmente la sabiduría me acompaño cuando decidí mi carrera, amo mi trabajo de lo contrario todo sería en vano; que tristeza el tener que hacer algo para sobrevivir, pero sin pasión, sin alma, sin corazón. Si no tuviera esto sería aún más difícil el soportar los días en que no te tengo a mi lado... Pero están esos momentos en que el corazón se me alegra cuando escucho tu voz del otro lado del auricular y hablamos y hablamos como si el tiempo no nos fuera a alcanzar... en verdad nunca es suficiente.
Pero finalmente llega el sábado, oh, cuantos motivos tengo para esperarte Sábado mío, me llenas la vida, todos los relojes suenan al albear; la sonrisa se me prende en los labios y no me abandona más. Sábado mío, siempre eres pretexto para escribir un poema; parece que la naturaleza entera sale a saludarme, es como si contigo se fueran todas las tristezas y siempre fuera primavera. Y esta mi sed de tenerlo entre mis brazos no supiera ya de esperas.
Amado mío verás crecer la vida con mis manos cuando alcance ese sueño que yo abrigo desde hace mucho, ese sueño que ya conoces y compartes y el tiempo sea un eterno sábado enamorado.
Las horas vuelan como pompas de jabón cuando estallan multicolores al tocarlas; los paseos, las charlas, las caricias disimuladas y las ansias que nos devoran por volar al lecho que nos espera. Suave y fragante, tibio y eterno.
Disfrutamos tanto, tanto cada segundo cada hora; y gozo tanto, tanto cada parte de tu cuerpo y los guardo en mis rincones todos, para que así me duela algo menos cuando partas, porque aquí te me quedas de algún modo.
El día va muriendo y nace un domingo, un domingo que conforme avanza me va dejando un sabor amargo en la garganta. No hablas mucho, pero tus manos y tus labios tienen un lenguaje propio que viertes con transparente tinta sobre mi piel. Tu amor no es de palabras está hecho de dulces detalles, de ternura pura.
Te veo en la ventana, ni siquiera te he sentido levantarte, te desperezas suave, sigiloso. No te muevas, quiero conservar este instante así, tú junto a la ventana como a contraluz, yo echado en el lecho, queriendo mirar los ojos profundos del sol detrás de tu cuerpo denudo, desnudo y feliz, ya es el día en que debes marcharte. No te muevas, si puede estar quieta la felicidad, si puede volverse de piedra el amor; convierte en estatuas los días y el mar... y yo me conforme porque vas a partir. No te muevas, y dime si hay tiempo para dormir, en unas horas me esperan los días que quiero olvidar. Vuelve a mis brazos a este reclamo de amor que despierta de nuevo, te retengo fuerte y como un niño invento mil tretas para retrasar tu partida... Pero debo dejarte ir, pintarme una sonrisa en los labios, unas ganas de reír que ya no siento, y pongo nuestra canción favorita, nuestras horas de amor, casi divinas, es mejor despedirlas con un canto.
Y aquí me quedo enredado entre las sábanas, sintiendo aún tu calor, tú aroma. Aún me arden tus últimas caricias en la piel, la humedad de tus besos en mis labios. Tu aroma llena está soledad que amenaza con abrazarme, más yo la aparto de mi lado, porque en la cama tu silueta aún está grabada llenando el espacio en que no estás. Cierro los ojos y pienso amor mío, eres la mano que quiero siempre entrelazada a la mía.
Ha de llegar el día en que no haya más separaciones, y el tiempo sea un eterno sábado enamorado.
Gracias Rosita
PD: ah, y hoy nos ha obsequiado otra bella canción: