viernes, 11 de enero de 2008

Escena sobre la muerte

Bueno, este es un texto que escribí en agosto de 2003 y que hoy quise reconstruir. Hace parte de una colección de escritos que nacen por una profunda inquietud sobre la muerte: ¿qué naturaleza tiene?, ¿cómo se explica desde diversos puntos de vista?, ¿cómo cambiar la percepción hacia la muerte?, ¿cómo se vive la muerte en otras culturas?... y una larga lista de preguntas. Claro, de todo ello surge una obra de Teatro que hace un par de años terminé de escribir, en la que existen 7 personajes y a la vez son 7 formas de vivir, ver y recibir la muerte... claro, tiene muchos ingredientes, por su puesto Tango. Entonces les presento el fragmento:


Una mujer está arrodillada junto a una cama, solloza y se comunica en oración y súplicas. Quien reposa es una jovencita de 18 años, tiene el cabello largo y castaño, su rostro es blanco y delicado, el dolor físico se ha mitigado por los medicamentos, pero el dolor de su ser se hacia más intenso. La niña que es bañada por una tenue luz blanca y con un fondo azul oscuro, escucha una voz:


Niña: ¿Quién es eres?

Voz:

Dicen que vengo en las noches,
por las calles,
en donde encuentro a cualquier vagabundo,
cualquier mujer de la calle,
cualquiera que sierra sus ojos por última vez al abrazo del frío.

Niña:

Entonces creo que te conozco...
eres como un eco,
que todos gritan y en otros se repite,
una y otra vez,
sin remedio...
...eso dicen.

Cuando te he sentido cerca
creo que no he querido abrazarte
para sentirte por completo.

Voz:

Ven, abrázame:
siente mi cuerpo y no te querrás ir de mis brazos.

(Entra en escena un lúgubre caballero, traje con líneas blancas, sombrero, pero con gran carisma que nadie se puede negar a su compañía, nadie se resiste a su amabilidad)

Siente como te siento.
Mira mis manos, te esperan...
esperan que llegue las tuya.

Prueba bailar conmigo.
Escucha mi suave melodía.

Cuenta las garzas,
tus sueños te esperan.

(Bailan juntos, la consagración al descanso, descanso de ambos)

Niña: Estoy muriendo, lo siento... así es.

Caballero:

Cierra tus ojos,
imagina el firmamento:
cuan cálido puede ser.

Tu cuerpo descansa,
el alma se libera.

Toma mi mano,
que espera por la tuya

Niña: Espérame, iré contigo

(Mira el lecho, a su desfallecida hermana y le dice:)

El tallo se secó,
pero el retoño en otra parte nace.

El cuerpo es el tallo,
el retoño soy yo.

El adiós es del cuerpo,
la vida es de la mente.

Mi vida queda;
queda en tu mente,
en el recuerdo...

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